viernes, 5 de abril de 2019

La Revolución Rusa – Primer Acto




 


Introducción

Salvo por unos meses en 1871, durante la llamada Comuna de París, nunca antes se había producido la toma del poder por las clases trabajadoras en ningún país con el objetivo explícito de terminar con el régimen capitalista y construir una sociedad socialista, concebida como primer paso hacia el comunismo.
Es decir, un proyecto social donde la mayoría explotada terminara con las desigualdades sociales, económicas y hasta políticas emergidas del capitalismo y asegurara efectivamente la igualdad a los seres humanos. Esta primera revolución socialista de octubre de 1917 se produjo en una de las naciones más atrasadas dentro de las grandes potencias. Este proceso va a ser uno de los factores de más influencia en la historia del siglo XX a nivel planetario.

El ámbito rural
La vieja Rusia zarista estaba atravesada por contradicciones crecientes que debilitaban al régimen autocrático sostenido por la nobleza terrateniente y los grandes capitalistas.
En el campo persistían relaciones sociales muy parecidas al feudalismo medieval. A pesar de haberse decretado la liberación de los siervos en 1861, los campesinos seguían bajo el dominio de los terratenientes. Estos, que representaban 28.000 personas eran dueños de 62 millones de desiatinas de tierra (90.320.000 hectáreas), es decir 3225 hectáreas por cada una en promedio, mientras que a 10 millones de haciendas campesinas les correspondían solamente 73 millones de desiatinas (106.300.000 hectáreas), o sea 10,63 hectáreas en promedio. Por otra parte existían decenas de millones de campesinos sin tierras que debían trabajar en condiciones miserables en las grandes haciendas de la aristocracia. Por otra parte, el régimen fiscal agrario hacía caer todo el peso de los impuestos sobre los campesinos, dejando prácticamente libre de ellos a dicha aristocracia terrateniente.
Esta fuerte concentración de la tierra que daba base al poder económico de los terratenientes se complementaba con el predominio político sobre los campesinos a través del respaldo de la monarquía zarista a aquellos.

Implantación del capitalismo monopólico

Desde fines del siglo XIX, y a un ritmo superior a lo que había sucedido en otros estados europeos, se había desarrollado un capitalismo muy concentrado con grandes fábricas, minas y ferrocarriles que nucleaban millones de obreros,  debido en buena parte a la inversión de capitales franceses, ingleses, estadounidenses y alemanes.
Los monopolios extranjeros se habían apoderado de las ramas productivas más importantes. Llegaron a controlar el 90% de las inversiones en la minería, 42% en la industria del hierro, acero y máquinas, y el 50% en la química. Tres entidades monopolistas, “Shell”, “Oil” y “Nobel” tenían el dominio de la industria petrolera. Más de la mitad del capital básico de todos los bancos comerciales accionistas se guardaba en las cajas fuertes de siete bancos de Petrogrado.
En este cuadro el capital francés ocupa el primer lugar con un 32.5% de las inversiones, siguiéndole el inglés con un 22.5% y el alemán con el 19%. Tres entidades monopolistas, “Shell”, “Oil” y “Nobel” tenían el dominio de la industria petrolera. Más de la mitad del capital básico de todos los bancos comerciales accionistas se guardaba en las cajas fuertes de siete bancos de Petrogrado.
Esto motivó un nivel de concentración de trabajadores muy elevada por unidad productiva. Antes de la guerra cerca de 3 millones de obreros se aglutinaban en los centros urbanos industriales, a la cabeza de los cuales estaba la fábrica de armas Putílov donde laboraban 40.000 obreros. El 41% de todos los obreros de Rusia trabajaban en grandes empresas con una plantilla mayor de 1000 operarios, mientras que en EE.UU. dicha proporción solo se daba en un 17%.
Lo reciente de este fenómeno implicaba que el grueso de los obreros tuviera un cercano pasado campesino, lo que influía tanto en los reflujos marcados ante las derrotas como en su disposición explosiva para la lucha.

La burguesía

La burguesía rusa nunca tuvo una fuerza social y política equivalente a la de los países occidentales. Con las principales palancas industriales en manos del capital extranjero, ligada a éste y a la nobleza terrateniente por muchos lazos económicos, no se configuró nunca como una clase social con una "personalidad" clara y una vocación de poder decidida.
Sin capacidad de dirigir a la clase obrera debido a la creciente independencia política de ésta y distanciada de los campesinos, la burguesía intentará oponerse a la primera y aprovechar el conservadurismo de los segundos para alcanzar un gobierno que introduzca reformas liberales pero sin alterar el orden social.

El factor de la "Gran Guerra"

Hacia 1917 la economía rusa evidenciaba signos de extenuación y de bancarrota total. Se paralizaban muchas fábricas y talleres, y decrecía la producción industrial. La escasez y la especulación hacían estragos en el deteriorado nivel de consumo de la población.
Para marzo de aquel año los precios de los artículos de primera necesidad habían aumentado enormemente. Según la Duma Municipal de Moscú, donde había más comestibles que en Petrogrado, y por lo tanto, eran más baratos, los alimentos habían aumentado, con relación a 2014, un 556% en promedio, mientras que el Ministerio de Abastos del Gobierno Provisional manejaba una tabla que informaba que artículos de primera necesidad como la ropa, el jabón o el combustible lo habían hecho en un 1.109%. Se implantó el racionamiento de pan, el hambre se cernía sobre el país, aparecieron enormes colas a las puertas de las tiendas de comestibles y de las panaderías. La desorganización del transporte ferroviario acrecentaba el desbarajuste económico. La crisis de combustible era alarmante.
La ruina económica abarcó a la industria, al transporte y a la agricultura. de 9.750 grandes empresas, en los años de la guerra sólo trabajaron ininterrumpidamente 4.802, esto es, el 49.3%.
En 1917 habían sido ya llamados a filas más de 15 millones de hombres, de los que más de 7 millones habían perecido a causa de los combates, el desabastecimiento, las enfermedades, etc. Lo que creó una aguda falta de mano de obra en el campo. Casi un tercio de las haciendas campesinas quedaron sin brazos. La cosecha de los cultivos cerealistas más importantes (alimenticios y forrajeros) disminuyó en 26 millones de toneladas, reduciéndose el área de siembra.
Por otra parte la guerra había sacudido hasta sus cimientos las finanzas del Estado. La deuda estatal de Rusia alcanzó en enero de 1917 la suma de 33.600 millones de rublos, de los que cerca de 8.000 millones correspondían a Inglaterra, Francia y Estados Unidos. Mientras tanto los gastos de guerra diarios se elevaron de 24.2 millones de rublos en 1915 a 69 millones en 1917.

Caída del Zarismo

La crisis económica, el descalabro militar que imponía alcanzar la paz y terminar con la sangría de vidas, una clase obrera que había desarrollado profundas experiencias políticas a partir de la revolución de 1905 junto a la inquietud creciente del campesinado pobre por el acceso a la tierra,  desembocó en el rápido desprestigio del régimen zarista cada vez más visto como un obstáculo para la mejora de la situación.
En enero de 1917, 250.000 obreros se declaran en huelga, y en febrero el número de huelguistas supera los 400.000. El 25 de ese mes se desata una huelga general y en pocos días se realizan manifestaciones y acciones de lucha que adquieren gran proporción entre obreros y campesinos. La mayoría de los soldados y marineros ya no responden al gobierno y se niegan a reprimir a los manifestantes. El 27 de febrero fue depuesto el Zar.

Dos poderes

En una situación peculiar a nivel del desarrollo histórico se configuran dos poderes paralelos. Uno, el Gobierno Provisional, que asume el control formal del Estado y va a representar a la burguesía, los terratenientes y la oficialidad del Ejército, encabezado por el príncipe Lvov.
El otro, la formación de un nuevo tipo de poder, el de los soviets de diputados obreros y diputados soldados en toda Rusia, formándose los de de campesinos con posterioridad. Siendo el más importante el de la capital, Petrogrado, donde pronto se encuentran unificados obreros y soldados. En el primer congreso de los soviets de estos últimos va a emerger un Comité Ejecutivo Central (CEC) como representante máximo de éstos.
El Gobierno Provisional no puede actuar sin el apoyo de los soviets, dado el papel principal que tuvieron las masas de obreros y soldados en el derrocamiento del Zar, por lo que va a incorporar un representante del CEC, Kerenski, en su seno y a solicitar la adhesión de aquellos. Cosa que va a lograr, debido a que la gran mayoría de los dirigentes del CEC son Mencheviques y Socialrevolucionarios, organizaciones que están convencidas que no es posible la revolución socialista en lo inmediato y hay que apoyar a la burguesía para establecer conquistas democráticas.
Los bolcheviques, cuya mayoría de dirigentes recién salen de la cárcel, el destierro en Siberia o el exilio en el extranjero, creen que hay que los Soviets deben asumir el poder plenamente. Pero son apenas una minoría y no nuclean más que unos pocos miles de afiliados, además dudan sobre los caminos a seguir. Será Vladimir Ílich Ulianov, Lenin, quien, una vez regresado de su exilio en Suiza en el mes de abril, intente unir al Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSDR) Bolchevique tras la idea de que solamente una revolución socialista en el futuro inmediato podrá dar al pueblo ruso lo que anhela: fin de la guerra, reparto de tierra a los campesinos y control obrero de las industrias, como forma de  salir de la crisis.

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