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Lidio Ribeiro – Revista de la Educación del Pueblo – Año II- N° 7 –
1969. Páginas 4 a 6
Desde hace cuatro años, el liceo de J. B. y Ordóñez, ha venido sufriendo un cambio radical. De centro de la élite que era, al que concurrían escasos cien alumnos, se convirtió en liceo popular con una asistencia superior a los trescientos. En 1965 se empieza a aplicar el Plan '63. Ello opera un cambio fundamental en la orientación pedagógica del instituto. Llevar el liceo al pueblo es la consigna. La educación debe extenderse a todas las capas sociales y no quedar reservada a un pequeño núcleo de privilegiados.
Los “bien dotados”
Las primeras resistencias se hacen notar dentro del mismo profesorado; pues, en opinión de un grupo minoritario, el acceso de masas a las aulas entorpecería la buena marcha de los cursos. La culpa de todo la tenía el acceso del pueblo a las aulas. Y más de uno suspiraba por los buenos tiempos en que “al liceo sólo concurrían los bien dotados”.
En tanto, la acción liceal penetraba cada vez más en el medio. Prácticamente ninguna actividad social de cierto arraigo quedaba fuera de su esfera de influencia. El liceo era el centro de la vida ciudadana. Lugar obligado de consulta para todo el vecindario.
A ello se sumó un nuevo factor: la actividad gremial de nuestro cuerpo docente. El gremio comenzó a actuar en forma intensa y sistemática. Se afilió a la Federación Nacional de Profesores y participó activamente en su gestión.
La minoría de profesores, que había quedado por fuera de la nueva actividad liceal, comenzó a agitar un viejo cuco, un viejo fantasma: “El fantasma del comunismo”. La táctica goebbelsiana de repetir y repetir hasta desconcertar, sembrar la duda y finalmente convencer, fue su arma favorita. El “comunismo” es una cosa que mete mucho miedo en estos ambientes pueblerinos. Máxime cuando se lo agita dentro de los institutos docentes y más aún cuando la denuncia es hecha por integrantes de esos mismos institutos. El clima se fue preparando, se arrimó material inflamable a la futura hoguera, y el 15 de agosto del 68 se encendió la llama.
Echar a los comunistas
Con motivo del asesinato del estudiante Líber Arce[1], la Asociación de Profesores del Liceo decidió hacerle un homenaje en la plaza pública, consistente en un minuto de silencio. En momentos en que un profesor explicaba el sentido del acto, la policía les pide que se dispersen. Así lo hacen, no sin antes arrojar algunos panfletos alusivos. A los pocos minutos de haberse producido el hecho, seis profesores son citados en sus respectivos domicilios por agentes policiales. Al presentarse a la comisaría se les comunica que quedarán detenidos por haber violado disposiciones contenidas en el decreto que implantó las Medidas Prontas de Seguridad. De ese modo son detenidos, por un término de 24 horas, cuatro profesores y dos profesoras. La noticia cunde rápidamente y, en las últimas horas de la tarde, comienza el desfile de vecinos por la comisaría a interesarse por la suerte de los detenidos.
El pequeño grupo de docentes anti – liceo aprovecha la oportunidad y convoca al pueblo a una asamblea donde alumnos, previamente aleccionados, repiten la lección aprendida: en el liceo se hace proselitismo; los profesores, dicen y hacen tales y cuales cosas. En fin, lo de siempre, la vieja cantinela macartista.
Se enardece al público presente y, por moción de un profesor, se resuelve declarar huelga estudiantil hasta tanto no echen a los veinte profesores “comunistas” del liceo. Esa fue la lista original de indeseables, luego se elevó a treinta y tantos.
Desde las primeras horas de la mañana hasta la noche, piquetes de alumnos (y no alumnos) alentados y contraloreados por el mismo profesor mocionante, quien recorría en motocicleta las inmediaciones del liceo durante todas las horas del día, se encargaban de impedir el acceso de los estudiantes a las aulas. Sólo concurrían a clase aquellos cuyos padres, a riesgo de tener que afrontar un incidente, los acompañaban hasta la puerta del local.
Simultáneamente estalla una bien orquestada campaña de insultos y calumnias a través de la radio y de la prensa local y nacional. Se procura enardecer a toda la población de la zona.
Ostentación de armas
A los siete días de iniciado el conflicto llega un inspector de Enseñanza Secundaria en carácter de investigador. Desde un primer momento es sometido a todo tipo de presiones. Le exigen la expulsión de cuatro profesores. El inspector accede y otorga “licencias especiales” a los mismos. Al día siguiente le exigen la de otro. El inspector vuelve a acceder y apela al mismo procedimiento. Al tercer día, cebados ya por sus victorias, le exigen la de cinco profesores más. El inspector reacciona y, en lugar de acceder lisa y llanamente a las exigencias, adopta una actitud conciliatoria, concediendo “licencias especiales” solamente a dos de los cuestionados. Conviene aclarar que el susodicho jerarca en ningún momento habló con los acusados.
Ante tales hechos el pueblo reacciona. Un grupo de cincuenta y cuatro vecinos entrevista al Sr. Interventor a los efectos de hacerle notar que no era el pueblo quien reclamaba la expulsión de los “comunistas”, sino un pequeño grupo que se había autoerigido en su representante.
El 10 de setiembre comienzan las actuaciones sumariales a cargo del abogado asesor del Consejo y todo un pueblo se ofrece para declarar en defensa de los acusados, denunciando la maniobra largamente urdida por el grupo judas. Esto hace a los revoltosos perder de un todo los estribos, quienes procuran amedrentar por todos los medios a los declarantes, valiéndose incluso de la agresión de hecho. Fracasados en su intento (ya el pueblo le había visto las patas a la sota y no se dejaba intimidar), resuelven recusar al juez sumariante.
Como el Consejo lo confirmara y le prestara su respaldo, deciden tomar una medida más radical. Una veintena de personas, haciendo ostentación de armas, invade intempestivamente su despacho con el firme propósito de orientar y dirigir los procedimientos, exigiéndole que no tomara declaraciones a testigos que ellos sindicaban como “comunistas”, puesto que individuos de tal ideología “estaban inhabilitados para declarar en este tipo de sumario”.
SENADOR PINTOS
No puede permitirse que los profesores fidelistas[2] o comunistas – o como quiera llamárseles – utilicen la cátedra para lavar el cerebro de nuestros muchachos; ella debe ser aplicada para enseñar y no para hacer proselitismo, en una casa de estudios que es pública.
Ejercicio.
Según lo trabajado y escuchado sobre la llamada Guerra Fría, cómo explicaría esta situación vivida en un pueblo de Uruguay en 1969.
[1] Liber Arce fue asesinado durante una represión policial a una manifestación estudiantil. Herido de bala por un policía el 13 de agosto de 1968, fallece el 14 luego de varias horas de operación en el Hospital de Clínicas. Fue el primer estudiante asesinado en el Uruguay.
[2] Pertenecientes al Frente Izquierda de Liberación (FIDEL), coalición de izquierda que integraba el Partido Comunista de Uruguay.
campesinos cubanos en la década de 1950
La población en el año 1957 era solamente de 6.4 millones de cubanos, menos que la población de la ciudad de Nueva York, en una superficie mayor que la de Dinamarca, Bélgica, y Holanda juntas. El suelo es en extremo fértil, siendo más de la mitad del territorio cultivable. Cuenta con 3.500 kilómetros de costas, en donde se encuentran excelentes zonas pesqueras y muchas amplias bahías en forma de bolsa que dan lugar a soberbios puertos bien protegidos. Existen extensos yacimientos de hierro y de níquel de tal magnitud que se les considera entre los más importantes recursos potenciales del mundo. El cromo, el manganeso y el cobre se encuentran también en grandes cantidades.
Sin embargo la mayoría del pueblo de Cuba se encontraba en un estado desesperante de pobreza. El ingreso promedio per cápita era el equivalente a 312 dólares, lo que equivalía a 26 dólares por semana, aunque la mayoría de la gente recibía menos ingresos.
Condiciones de vida
Solo un 32.5% de las viviendas tenía agua corriente y un 28% servicio sanitario interior. Mientras que respecto a la población rural, un 54.1% no disponía de servicio sanitario alguno ni siquiera de una letrina.
Con la falta de sistemas apropiados de agua y alcantarillado, con tantos cubanos comiendo poco y mal, dada su pobreza, con la casi total ausencia de la enseñanza de los fundamentos de una buena higiene, con la casi total ausencia de asistencia médica para las masas rurales, es fácil comprender por qué las condiciones de salud en eran deplorables. Manteniéndose la malaria, la tuberculosis y la sífilis sin poderse erradicar. La tasa de mortalidad infantil era superior a 60 niños muertos por cada 1 000 nacidos vivos, y la expectativa de vida no pasaba de 55 años.
En las zonas rurales en particular un gran número de niños se infectaban con lombrices parasitarias, sufren horriblemente y fallecen de una muerte dolorosa. Ray Brenan, periodista de Chicago, hace un vívido relato de este horror:
“Los parásitos crecen y se multiplican en los cuerpos de los niños pequeños. Algunas de estas lombrices, del tamaño de un lápiz corriente, se unen en grupos o bolas, tupiendo el sistema intestinal, impidiendo defecar, y causando muertes angustiosas. Tales parásitos a menudo penetran en el cuerpo a través de las plantas de los pies de los niños que caminan sin zapatos en tierra infectada. Después que un niño muere, los parásitos pueden deslizarse fuera de la boca y fosas nasales, buscando un organismo vivo del cual alimentarse. ¿Qué se ha hecho para corregir esto a través de los años? Nada.”
Muchas familias simplemente no tenían lo suficiente para comprar la comida que necesitaban, pero otras gastaban casi todo lo poco que tenían en alimentos feculentos (harinas), más baratos, en vez de verduras que contuviesen las vitaminas que necesitaban.
La ley cubana hacía obligatoria la asistencia de la escuela por ocho años, pero el gobierno no suministraba los maestros, escuelas y equipos que hiciesen posible el cumplimiento de la ley. (Para los hijos de los ricos claro está hacía escuelas privadas). El censo de 1943 mostró que sólo un 35.1% de los niños de edad escolar asistían a clase. Las estadísticas del período 1949 – 1950 recogidas por la Misión Económica y Técnica del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento en su “Informe sobre Cuba” de 1950, mostraban que “mientras 180.370 niños comienzan el primer grado, sólo 4.852 llegan al octavo grado”. En el censo de 1953 se les preguntaba a los cubanos si sabían leer y escribir en cualquier idioma. Se encontraron que el 23.6% de la población no pudo pasar la prueba. ¡Cerca de una de cada cuatro personas, de 10 años o más, no podía leer ni escribir!
También una de cada cuatro personas de la fuerza de trabajo se encontraba desempleada en forma permanente. Y 1953 no fue un año particularmente malo. Por el contrario, fue un año bastante bueno: puede asegurar que esta cifra de desempleo de uno de cada cuatro, era normal en la Cuba pre – revolucionaria.
El monocultivo asfixiante
cortando caña de azúcar
Esta desocupación estaba originada en que la economía cubana giraba en
torno al monocultivo del azúcar. Buena tierra, un clima cálido y una humedad
considerable son necesarios para cultivar caña de azúcar. Su economía entera
llegó a desenvolverse alrededor de la cantidad y el valor de su zafra de
azúcar.
La cantidad de azúcar producida determinaba cuantos trabajadores tendrían trabajo y por cuanto tiempo trabajarían, el tráfico de los trenes, la actividad en los puertos, las ventas en las tiendas, la asistencia a los cines. Todo se apostaba a un producto que tenía que ser vendido en mercados extranjeros incapaces de absorber todo lo que podía producirse.
El problema era también que la industria azucarera alrededor de la cual se desenvuelve la vida económica era una industria de temporada. Si la temporada de trabajo fuese larga, y el tiempo muerto corto, entonces no importaría tanto. Pero era exactamente lo contrario.
Esto hacía que el machetero (474.058 personas) y su familia debiera asumir la mera supervivencia 8 meses al año, reduciendo su dieta, comiendo banana, boniato, malanga y yuca[1].
A pesar de que los trabajadores de la industria azucarera llevaban una vida miserable, los dueños de los latifundios azucareros ganaban mucho dinero, aumentando sus hectáreas de tierra e instalando maquinarias de refinación mejores y más grandes en sus centrales. El censo agrícola de 1946 reveló que el 8% de las fincas totales eran propietarias del 71.1% de la tierra, mientras que las fincas pequeñas de menos de 10 hectáreas (un poco más grande que una cancha de fútbol) tenían apenas el 3.3% de la superficie. De ese 8% 114 fincas, o sea menos del 0.1% de número total de explotaciones, eran propietarias del 20.1% de la tierra. Dichos latifundios eran propiedad, esencialmente, de capitales estadounidenses.
Intervención norteamericana
Pero no solo en la propiedad de la tierra los estadounidenses predominaban. A partir de su intervención militar a fines del siglo XIX, pretextando ayudar a los cubanos en su guerra de independencia contra España, y luego de derrotada ésta, establecen una Constitución que recoge los contenidos de la llamada “Enmienda Platt”. Allí se sostiene que “El Gobierno de Cuba consiente que los Estados Unidos puedan ejercitar el derecho de intervenir para la preservación de la independencia de Cuba, el mantenimiento de un gobierno adecuado para la protección de las vidas, propiedades y las libertades individuales…” (ART. III), así como venderá o alquilará a EE.UU. la tierra necesaria para bases navales de la marina del mismo a fin de “permitir mantener la independencia de Cuba” (ART. VII).
Entonces los capitalistas de Estados Unidos pudieron tomar realmente las riendas económicas de Cuba, viéndose favorecidos en sus negocios por la administración corrupta cubana. Los contratos de obras públicas, las concesiones especiales de tierras cenagosas y reservas forestales, los derechos a construir y operar ferrocarriles y a dragar los puertos, dieron a los astutos negociantes norteamericanos ganancias que se contaban por millones de dólares.
De mayor importancia eran las ganancias que provenían de la entrada de capitales norteamericanos en la producción azucarera en gran escala. En 1901 la United Fruit Company compró una vasta extensión de más de 70.000 hectáreas e instaló dos ingenios azucareros. Otros grandes empresarios compraron extensas propiedades y todas ellas presionaron a Washington para lograr un arreglo por el cual el azúcar por ellos producido pagara menos arancel que otros azúcares extranjeros. Cosa que lograron en 1903.
A partir de allí se diversificaron las inversiones norteamericanas a tal punto que ocupaban todos los sectores claves de la economía cubana, reforzando así la dependencia con Estados Unidos. El Departamento de Comercio de ese país informaba en 1956 que “Las únicas inversiones extranjeras importantes son las de los Estados Unidos. La participación norteamericana excede del 90% de los servicios telefónicos y eléctricos, del 50% de los ferrocarriles y aproximadamente del 40% de la producción de azúcar crudo. Los bancos norteamericanos obtenían el 30% de los depósitos. Cuba ocupaba el tercer lugar en Latinoamérica en cuanto al valor de las inversiones directas de los Estados Unidos en 1953, siendo superada solamente por Venezuela y Brasil"
La lucha armada
Desde comienzos de la década de 1950 en América Latina se estaba en un ciclo de movimientos nacionalistas y antiimperialistas, que muchas veces era contestado con medidas autoritarias o golpes de estado. En ese panorama la situación de Cuba después del 10 de marzo de 1952 corre paralela a la crisis general. Fecha en la que el coronel Fulgencio Batista encabezó un golpe de estado, lo que hacía aparecer la vía jurídico – civil como cancelada a manos de la dictadura.
Fulgencio Batista
El Parlamento fue disuelto y
las autoridades depuestas. Batista, cuyo gobierno autoritario era conocido
desde los años 1934-1937, en esta ocasión generalizó la omnipotencia de los
jefes de los cuerpos armados e hilvanó un equipo político con buena cantidad de
elementos conservadores procedentes de los partidos tradicionales.
El rechazo popular al régimen se constituía desde marzo de 1952 como un movimiento general dentro de cuyo seno surgió la vanguardia revolucionaria. Con Fidel Castro al frente, un grupo de jóvenes asaltaba el 26 de julio de 1953 los cuarteles de Santiago de Cuba y Bayamo, esperando que marcara el comienzo de una insurrección generalizada.
A pesar del fracaso de tal iniciativa, el asesinato de varias decenas de jóvenes, la generalización de la represión, la actitud denunciadora de los acusados por el asalto en el juicio que se les hizo, el movimiento de solidaridad para la liberación de los presos políticos y el auge huelguista del movimiento sindical, contribuían a alentar la protesta popular y la soledad del gobierno.
La Sierra Maestra
En 1954 Batista es elegido presidente en comicios fraudulentos donde era candidato único, e intenta medidas de distensión ante la protesta popular. Esta situación le llevó a liberar a los asaltantes del cuartel Moncada, quienes comenzaron a organizar el Movimiento 26 de Julio. La dictadura los persiguió por lo que debieron exiliarse en México, donde, bajo la dirección de los hermanos Fidel y Raúl Castro, así como la incorporación de Ernesto “Che” Guevara, planificaron la invasión armada por parte de 82 hombres para iniciar la siguiente fase revolucionaria.
El yate Granma, que transporta a los revolucionarios, llega a la costa sur de la provincia de Oriente el 2 de diciembre de 1956. Bajo la dirección de Frank País un enérgico movimiento urbano de apoyo a los expedicionarios comenzó el 30 de noviembre en Santiago de Cuba. Durante aquel día dicha ciudad estuvo en manos de los destacamentos del Movimiento 26 de julio.
Los primeros choques fueron adversos a los guerrilleros, quedaron diezmados (12 sobrevivieron al ataque inicial de las fuerzas gubernamentales), pero un pequeño grupo logró internarse en la Sierra Maestra. Allí se adiestraron, se identificaron con el medio, establecieron su red de apoyo y engrosaron sus filas con militantes campesinos y urbanos. En 1957 obtenían sus primeras victorias mientras la pelea en las ciudades adquiría más intensidad precisamente por la existencia del grupo guerrillero.
Desde Sierra Maestra el movimiento guerrillero se va consustanciando con los campesinos que lo apoyan en forma creciente, implementando un nuevo tipo de “gobierno” en las zonas liberadas, y forjando su proyección nacional. Estimula y canaliza los avances de la oposición en las ciudades, que muestra audacia creciente, pese a una represión cada vez más salvaje.
El 13 de marzo de 1957 se producía en el centro de la capital el ataque y la ocupación del Palacio de la Presidencia, donde los organizadores de aquella acción (Directorio Revolucionario) intentaban ajusticiar al dictador. Simultáneamente otro grupo tomaba Radio Reloj y difundía una proclama llamando a sumarse a la lucha.
La réplica del régimen fue acentuar la represión en la ciudad y el campo. Se asesinaba a los opositores o sospechosos de serlo, dejando sus restos abandonados al azar para que toda la población lo sepa y reciba el mensaje. Sin embargo, nada podía detener al movimiento revolucionario.
El 5 de setiembre de 1957 un numeroso grupo de miembros de la marina de guerra se apoderó de la base naval de Cienfuegos y unido a los combatientes del 26 de Julio, ocupan la ciudad, arman a voluntarios del pueblo y libran una batalla desigual contra las fuerzas de aire y tierra de la dictadura. Ésta recibía asesores militares y armamentos de los Estados Unidos. Miles de bombas caían en las zonas campesinas de la Sierra Maestra. Sin embargo la guerra se extendía: en las montañas del norte de Oriente se formó el segundo frente Frank País.
A principios de 1958 el ejército rebelde estaba en condiciones de resistir los sucesivos ataques del ejército gubernamental y aún más, de extender al llano sus actividades. Estos éxitos de la vanguardia armada inspiraban la lucha en todo el país. En abril de ese año, una huelga general que no logró desarrollarse hasta sus últimas consecuencias, arrastró a miles de cubanos.
Vencida la más poderosa ofensiva de la dictadura, el ejército rebelde destacó las columnas de los comandantes Ernesto “Che” Guevara y Camilo Cienfuegos para invadir la región central del país. Destruir el poderío del enemigo en el occidente había sido una constante línea estratégica de la revolución.
Una maniobra política llegó como inútil recurso de la dictadura: se convocó a elecciones destinadas a fraguar una salida a Batista y a crear mínimas ilusiones de un arreglo de paz. Situación rechazada por las fuerzas revolucionarias que coordinaban acciones (26 de Julio, Directorio Revolucionario y Partido Socialista Popular). Al mismo tiempo el ejército se replegó en ciudades y cuarteles corroído por el miedo y la corrupción.
A mediados de diciembre pueblos y ciudades importantes de Oriente y Las Villas eran tomadas por las columnas insurgentes. El dictador huyó con sus principales cómplices en la madrugada del 1 de enero de 1959 cuando ya no quedaba duda que Santiago de Cuba y Santa Clara caían en manos de los rebeldes.
En La Habana ciertos jefes del ejército y políticos tradicionales organizaron un gobierno “constitucional” concebido para impedir que las fuerzas revolucionarias accedieran plenamente al poder. Desde Oriente el comandante en jefe llamó a una huelga general que se produjo con extraordinaria firmeza en toda la nación, proclamó el gobierno provisional en Santiago de Cuba y ordenó a los comandantes Guevara y Cienfuegos marchar sobre La Habana.
De la revolución nacional a la socialista
acto de declaración socialista de la revolución
El 1ero de enero de 1959 los barbudos guerrilleros entran en triunfo en una capital en delirio, previamente abandonada por Batista, que parte al exilio. Es el triunfo de una revolución que si bien se planteaba cambios estructurales aparece como una redención moral y de realización nacional frente a tantos años de subordinación a EE.UU. y de democracia frustrada.
Sin embargo, en un corto proceso de dos años, la revolución va a ir adquiriendo cada vez más las características de una revolución social y antiimperialista. Varios autores sostienen que la acción del gobierno de dicho país incentivó ese curso al tomar medidas crecientes contra lo que consideraba un ataque a sus intereses, como la reforma agraria o la expropiación de empresas petroleras que se negaban a refinar petróleo comprado a la Unión Soviética.
Así redujo y luego suprimió
la cuota cubana de compra de azúcar con beneficios impositivos, estableció las
primeras medidas de bloqueo a la economía de la Isla, que continúa hasta hoy, y
promovió el aislamiento diplomático en América, al cual se plegaron casi
todos los países, llamando a detener la "expansión del comunismo" en el continente.
Luego de fracasada la invasión de “Playa Girón” por parte de mercenarios cubanos apoyados por barcos y aviones de EE.UU. en 1961, los dirigentes de la revolución declaran su carácter socialista y refuerzan las relaciones del país con el "campo socialista".
dirigentes encabezando movilización en La Habana
Preguntas:
[1] Malanga: Planta de hojas grandes acorazonadas, tallo muy corto y tubérculos comestibles, que se cultiva en terrenos bajos y húmedos. Yuca: planta de raíz gruesa, de la que se saca harina alimenticia.
Lanzamiento de la Alianza para el Progreso por el Presidente J.F. Kennedy en Washington |
Durante la administración del presidente Eisenhower las relaciones con América Latina se manejaron sin la menor flexibilidad, tal como lo demostró la invasión a Guatemala - planeada y dirigida por la CIA contra el presidente Jacobo Arbenz , que había osado poner en marcha una reforma agraria que afectaba los intereses de la empresa multinacional estadounidense United Fruit.
Pero pocos años después se produce el comienzo de lo que llegó a ser la mayor
derrota de la diplomacia norteamericana en América Latina: el 1° de enero de
1959 las fuerzas al mando de Fidel Castro entran en la Habana derrotando a
Batista, un viejo dictador protegido por Estados Unidos. Nadie pensó que la revolución
fuese más allá de moralizar las
instituciones políticas y la administración y luego llamar a elecciones poner
en vigencia la Constitución. Pero la experiencia de la Sierra con los paupérrimos
campesinos cubanos decidió a los guerrilleros a realizar una revolución verdaderamente
radical.
El primer choque importante con el gobierno cubano se produjo cuando éste lanzó
un plan de reforma agraria qué afectaba tierras de las compañías azucareras
norteamericanas, y un incidente ocurrido hacia mediados de 1960 insinuaba ya la
ruptura total: las refinerías inglesas y norteamericanas se negaron a refinar
petróleo importado de la URSS y Castro contraatacó expropiando las refinerías.
Eisenhower a su vez suprimió las compras de azúcar cubano e inmediatamente la
URSS ofreció comprar el azúcar.
El equipo de asesores de J. F. Kennedy había utilizado ampliamente la cuestión cubana en su campaña electoral para demostrar la ineficacia del gobierno de Eisenhower. Cuba se habría volcado a buscar el apoyo soviético por la torpeza con que se había tratado de presionar y humillar a la isla. La miseria de América Latina terminaría por hacer varias Cubas si no se cambiaba de actitud. Para Kennedy era otro desafío que aceptaba y enfrentaba con la Alianza para el Progreso: aliada a Estados Unidos sobrevendría el progreso para América Latina impulsada por una especie de Plan Marshall.
Por otra parte no era posible que el gobierno sostuviera dictadores latinoamericanos (como había hecho con Batista) y que derrocara gobiernos legalmente constituidos (como había hecho con Arbenz) para defender mezquinos intereses económicos. Esta política no podía más que conducir a derrotas y al deterioro de la imagen de Estados Unidos en el mundo. Pero Kennedy fue informado por Eisenhower en plena campaña electoral de la proyectada invasión a Cuba, que se preparaba en el más absoluto silencio por la CIA en consulta con el gobierno y el pentágono.
A llegar Kennedy a la presidencia en 1961 resolvió continuar con el plan de
invasión. La que terminó en el conocido fracaso de "playa Girón"
donde el ejército de mercenarios contrarrevolucionarios con apoyo aéreo y
marítimo de EE.UU. fue derrotado por las fuerzas cubanas.
Revolucionarios cubanos entran en La Habana |
Evitar una nueva revolución
Se puede afirmar que a partir de este fracaso el presidente Kennedy reafirmó su
convicción de que era necesario evitar una nueva revolución en otro país o
países de América Latina mediante un amplio programa de ayudas económicas. Él mismo se ocupó en muchos discursos de difundir las estadísticas sobre la
mortalidad infantil, el hambre, la desocupación, y el analfabetismo en la
región.
Era sincera la voluntad de Kennedy de producir un cambio importante y fue el
primer presidente después de la segunta guerra mundial que comprendió la importancia de los
intereses en juego. No se trataba solamente de una cuestión de dólares más o
dólares menos para tener segura la alianza con las oligarquías dominantes. El
plan era movilizar cuántos recursos hicieran falta - por lo menos como los
destinados al Plan Marshall - y lanzar una campaña publicitaria de grandes
proporciones capaz de presentar a la Alianza para el Progreso como una
alternativa concreta frente a la revolución cubana, y enfrentar también a los
gobiernos con la alternativa: o apoyan la alianza o son barridos por una revolución
similar a la cubana. O "revolución en libertad" o "revolución comunista".
La Alianza
El gobierno de Estados Unidos promovió una reunión especial de la Organización de Estados Americanos donde se presentaría la iniciativa de la Alianza para el progreso para su aprobación formal. Esa reunión se realizó en Punta del Este en agosto de 1961.
En síntesis se proponía un gran esfuerzo común para superar el atraso y la pobreza, una revolución
pacífica y los países para la alianza debían comprometerse a realizar: planes
de reforma agraria, reforma impositiva que favorecieron la redistribución del
ingreso y finalmente el compromiso de un fuerte apoyo financiero de 20,000
millones de dólares a distribuirse en un plazo de 10 años a razón de 2.000
millones anuales.
De estos fondos la mitad serían aportes públicos y la otra mitad inversiones
privadas. La distribución de la ayuda se realizaría de acuerdo con el informe
que presentarían los técnicos del Consejo Interamericano Económico y Social,
cuyos resultados se discutiría en la Asamblea General y en las comisiones
especiales. El informe daba prioridad a las asignaciones para la construcción
de alcantarillados, escuelas, sanidad, vivienda y reparto de tierras.
El delegado del gobierno cubano, Ernesto "Che" Guevara, atacó la
orientación de la Alianza en el sentido de que no destinaba ayuda para el
verdadero desarrollo económico a través de una industrialización masiva, sino que
impulsaba la construcción de "letrinas", o sea, que se escamoteaba una solución de
fondo. Aprovechó para destacar que los países socialistas habían otorgado
créditos a Cuba por 500 millones de dólares, O sea la cuarta parte de lo que la
alianza preveía para toda América Latina.
Ernesto "che" Gevara interviene en la OEA criticando a la Alianza para el Progreso |
También se usará el garrote
En la concepción de Kennedy la alianza debía apoyarse en los sectores sociales moderados y dinámicos, desplazando a las oligarquías tradicionales opuestas al progreso. Pero al mismo tiempo su política anticubana fortalecía a las derechas a las que se quería combatir. La desesperación por destruir a toda costa la revolución cubana desencadenó una verdadera guerra fría en el continente, qué fortalecía a todas luces a los sectores más conservadores y hacía que estos acusaran a los sectores más liberales de comunistas y procastristas, al mismo tiempo que la "revolución en libertad", por más en libertad que fuese, no dejaba de inquietar a las oligarquías dominantes.
En ese sentido Kennedy afirmó: "si la doctrina
Interamericana de la no intervención sirve meramente para tapar o excusar una
política de no acción, si las naciones de este hemisferio faltan a sus
compromisos contra la penetración comunista, entonces quiero que se entienda
bien que este gobierno no vacilará en cumplir su primera obligación, qué es la
seguridad de nuestro país".
De 1961 a 1963, con Kennedy al frente de Estados Unidos, seis gobiernos latinoamericanos elegidos fueron derribados por golpes militares. Como afirmaba en 1968 un documento interno de la CIA, las juntas militares de los países del sur eran buenas para Estados Unidos, puesto que se habían mostrado como la única fuerza capaz de controlar en ellos las crisis políticas. La ley y el orden de los dictadores eran mejores que la confusión que engendraba la democracia.
Más allá de su retórica democrática, durante el período de
vigencia de la Alianza para el Progreso –y en gran medida amparadas por su
política–, se multiplicaron las acciones militares de los Estados Unidos en
América Latina y las intervenciones en los procesos políticos locales. Según
las cifras oficiales de la USAID, en el período 1960-1969 se destinaron a la
región cerca de US$ 6.500 millones de Asistencia Económica y cerca de US$ 980
millones en el rubro Asistencia Militar, que contribuyeron a instaurar
regímenes propensos a favorecer las políticas trazadas por el gobierno de los
Estados Unidos.
El progreso que no fue
Las sumas de dinero que publicitaba la Alianza como ayuda nunca eran las mismas que las que efectivamente llegaban a los países. Además ese dinero nunca se destinaba al desarrollo de industrias o de alguna actividad que pudiera provocar efectos multiplicadores en la economía local. Los créditos eran atados al compromiso de comprar suministros y productos industriales en Estados Unidos o tenían alguna cláusula restrictiva como la obligación de tomar medidas económicas de determinado tipo que podrían resultar contrarias a los planes que se había atrasado el gobierno respectivo. Los créditos que otorgaba el Banco Interamericano de Desarrollo con su capital ordinario eran computados como realizados a través de la Alianza, pero ocurre que el capital ordinario del BID estaba compuesto por 150 millones de dólares aportados por Estados Unidos y 230 millones de América Latina. De esos fondos, en 1963 había otorgado créditos por 26 millones, y lo que resulta verdaderamente increíble es que el resto de capital se había invertido en bonos de corto plazo del gobierno de Estados Unidos y en depósitos a plazo fijo en bancos comerciales. De esto se deduce que América Latina le prestaba a Estados Unidos 200 millones de dólares.
Las obras que realmente se hicieron con recursos del Alianza fueron una gota de
agua en el océano. La Alianza para el Progreso no sobrevivió a su creador. Luego
del asesinato de Kennedy su sucesor, Lyndon B. Johnson utilizó el rótulo cada
vez menos, y la Alianza se desvaneció.
Cómo demostró el ex director de la CEPAL,
Raúl Prebisch, los dólares que entraban por vía de la ayuda salían
aumentados por el deterioro intercambio en el comercio mundial entre alimentos
y materias primas por un lado y productos e insumos industriales por otro. Lo
que significa que los productos que estos países exportaban cada vez valían menos
y en cambio lo que importaban cada vez valían más. El propio Kennedy advertía que
la ayuda exterior no alcanzaba a compensar la baja de los precios. La revolución
en libertad no fue ninguna revolución y demostró que ningún plan de cambio se
puede introducir desde afuera ni tampoco los que elaboran adentro los técnicos
y sus gabinetes.
Preguntas
1. ¿Por qué se compara a la Alianza para el Progreso con el Plan Marshall?
2. ¿Cuál era el objetivo de la Alianza para el Progreso?
3. ¿Por qué Kennedy sostiene que la opción es entre una "revolución pacífica" o una "comunista"?
4. Qué habrá querido decir Kennedy a los países latinoamericanos con esta frase:
"si la doctrina
Interamericana de la no intervención sirve meramente para tapar o excusar una
política de no acción, si las naciones de este hemisferio faltan a sus
compromisos contra la penetración comunista, entonces quiero que se entienda
bien que este gobierno no vacilará en cumplir su primera obligación, qué es la
seguridad de nuestro país".
5. ¿Por qué no se cumplió el objetivo de desarrollo que propugnaba la Alianza para el Progreso?
1. ¿Por qué se afirma que se persiguen las ideas?
2. ¿Por qué se puede ser patriota en 1941 y enemigo en 1950?
3. ¿Qué tienen que ver los marcianos y los comunistas?
4. ¿Cuál es el concepto de enemigo interno?
5. ¿Cómo resumirías la “doctrina Mc Carthy?
En el primer video se habla de paranoia frente al comunismo. ¿Como interpretas el siguiente video de "Los Simpsons" con relación a como se puede generar un estado de ánimo colectivo en la población?
“Apúrense hombres… están armadas con malvaviscos” |
Una de las consecuencias más importantes de la segunda guerra mundial fue la conversión de los Estados Unidos de una gran potencia en la más poderosa potencia militar del mundo. Solamente los Estados Unidos podían llenar el vacío de poder producido en el panorama político mundial por la división el debilitamiento de Europa y la extensión de las fronteras de la Unión Soviética; pero los americanos carecían de una clara visión de lo que significaba su nuevo papel, por lo que transformaron el anticomunismo dentro y fuera de sus fronteras en una ideología, surgiendo así la guerra fría.
El gobierno americano abandonó deliberadamente la política de colaboración con la Unión Soviética, rechazó la noción de esferas de influencia en Europa oriental y trató de imponer concepto de democracia americano con el fin de aumentar su propio poder político y económico. Cada una de estas interpretaciones contradictorias encierra parte de la esencia de la guerra fría: fue en gran medida una consecuencia de los errores de cálculo, equivocaciones y falsas interpretaciones tanto de los rusos como de los americanos acerca de las intenciones del contrario. La URSS, debilitada por la devastación de la guerra y más preocupada por su seguridad que por la expansión, temía que América se empeñara en una política de dominación ideológica y militar; los americanos, y la mayoría de sus aliados europeos, pensaban que la Unión Soviética pretendía la ruina del capitalismo y la imposici6n del comunismo en todo el continente. El temor sirvió de base a la guerra fría y a su prolongación.
Tras conocerse la noticia del éxito de una prueba nuclear en 1949 por la Unión Soviética y hacerse público que el científico británico Klaus Fuchs había pasado secretos atómicos a la URSS en 1950, el recelo anticomunista fue en aumento; y la condena a aquel por perjurio en ese año, llevarían esta prevención anticomunista a un estado de histeria. Toda persona considerada sospechosa era inscrita en una lista, privada de su puesto de trabajo o internada en un centro de detención.
La intensificación de la Guerra Fría indujo a muchos norteamericanos a identificar y a perseguir a sus compatriotas comunistas.
En 1947, Truman dispuso una investigación de la lealtad de los funcionarios federales con el propósito de excluir de la administración pública a los elementos "desleales y subversivos". El hecho de no encontrar ningún caso de espionaje no impidió que la práctica de investigar las actividades de los funcionarios federales sentara un importante precedente y alimentara a los peores instintos. También contribuyeron a exacerbarlos las acusaciones lanzadas en 1948 contra Alger Hiss, antiguo funcionario del departamento de estado, se dirigente del partido comunista en 1949. La condena de los comunistas, por propugnar el derrocamiento del gobierno, y la de Hiss en 1950 por perjurio aumentaron el temor popular y prepararon el terreno a Joseph mccarthy.
A la caza de los comunistas
Se explica así que cuando en febrero de 1950 el senador republicano por Wisconsin, Joseph McCarthy, anunció que tenía conocimiento de la existencia de comunistas en el departamento de Estado, se vieran confirmadas las sospechas de muchos americanos. Por otra parte, el paso de la guerra fría a la caliente de Corea contribuyó a crear una atmósfera en la que las acusaciones indiscriminadas, y a menudo inadmisibles, de McCarthy no sólo tuvieron audiencia, sino incluso respaldo popular. La circunstancia de que los soldados americanos estuvieran luchando contra el comunismo en Corea animó a muchos compatriotas suyos a buscar y calumniar a los comunistas y a sus simpatizantes dentro del país.
Las acusaciones de McCarthy dieron pie a la constitución de un subcomité senatorial que llegó a la conclusión de que eran falsas y fantásticas. Sus acusaciones eran complejas y generalizadas, mezclas de verdades, medias verdades y sospechas que no eran fáciles de desvirtuar y que llevaban los sentimientos anticomunistas a niveles próximos a la histeria. La pertenencia, presente o pasada, a cualquier organización reformista, liberal o internacionalista resultaba sospechoso.
En septiembre de 1950, el Congreso aprobó una ley de seguridad interior (International Security Act o ley McCarran) en la que se autorizaba a la Subversives Activities Control Board a investigar las actividades comunistas en los Estados Unidos. Dos años más tarde, fue aprobada una segunda ley McCarran (Inmigration and Nationality Act), por la que se exigía a todos los visitantes extranjeros una prueba de su lealtad. .
Las dos disposiciones McCarran constituían una amenaza contra las libertades civiles reconocidas por la Constitución, pero ambas fueron confirmadas por el Tribunal Supremo. En 1951, el Tribunal confirmó la constitucionalidad de la ley Smith de 1940, que prohibió la enseñanza de las doctrinas revolucionarias de Marx y Lenin; simultáneamente, diversos subcomités del Congreso hurgaban en antecedentes y en las vidas privadas de los funcionarios del gobierno y de otros sectores de la población. Si bien fueron muy pocos los comunistas procesados, mucha gente perdió su puesto de trabajo. Incluso las personas totalmente inocentes sufrieron a consecuencia de aquellas investigaciones.
Dentro de este clima de histeria y de temor, la mediocridad, el conformismo y la hipocresía lograron imponerse. Los primeros sospechosos eran los intelectuales, lo que redundó en perjuicio del ala liberal del partido demócrata.
El propio secretario de Estado, John Foster Dulles (1953-59), nombró a un partidario de McCarthy para el puesto de jefe de los servicios de seguridad de su Departamento. Pero el fin de la guerra de Corea, en julio de 1953, restó mucho impulso a McCarthy. Sus ataques contra el supuesto espionaje en las fuerzas armadas, en diciembre de 1953 y enero de 1954 fueron televisados, lo que precipitó su caída; en diciembre de 1954, el Senado le censuró por su conducta, acabando así con su carrera. Murió en 1957.
Testigo falso
El F. B. I. empleaba confidentes a sueldo, a los que hacía prestar testimonio en los innumerables sumarios, audiencias y juicios a que daba origen la aplicación de la legislación maccarthysta.
Entre estos confidentes, se distinguió sobremanera un personaje llamado Harvey Matusow. Tenía muy altas calificaciones para su misión depuradora. Era un ex comunista, Y era un intelectual, un universitario. Intervino como testigo muy escuchado en innumerables procedimientos administrativos y judiciales. Contribuyó a que muchos norteamericanos “desleales” fueran a parar a la cárcel o quedaran en la calle. Causó grandes estragos en los círculos docentes.
En 1954 Harvey Matusow publicó “Testigo Falso”, quizá buscando el éxito económico al momento que el mccarthysmo entraba en decadencia, donde puso al descubierto los innobles ardides y trampas y muy especialmente los testimonios falsos en que la persecución mccarthysta se basaba.
Intervenciones en los teléfonos, violaciones de la correspondencia, sumarios secretos “filtrados” deliberadamente a la prensa, malversaciones de fondos, testigos de la defensa a los que se secuestraba o sacaba del país para que no pudieran comparecer, testigos de la acusación, incluido el propio Matusow, a los que se daban instrucciones sobre lo que tenían que decir… “En las sesiones secretas de las comisiones del Senado —escribió Matusow—, nos deteníamos después de cada pregunta y debatíamos privadamente para convenir cuál era la mejor respuesta que debían recoger las actas.” Y en otro lugar del libro, confesó: “Tuve que volver a vivir todas mis experiencias como un comunista, haciendo que cualesquiera observaciones o hechos insignificantes parecieran realmente siniestros.” Como es natural, el libro causó mucho revuelo. Algunos pidieron que “fuera investigado el sistema de investigación” en que se basaba la aplicación de las leyes mccarthystas, pues era inadmisible que se encarcelara a gente sin más fundamento que los testimonios de perjuros profesionales.
El Departamento de Justicia hizo que se acusara y procesara a Harvey Matusow. Quien terminó por ser condenado a tres años de prisión. No por sus confesados perjurios, sino por sus escandalosas revelaciones.
Los Ideólogos del mccarthysmo
El fenómeno mccarthysta no nació por generación espontánea. Tuvo muchos inspiradores que le prepararon el terreno en que pudo desarrollarse y poner en peligro cuanto de democrático había en la sociedad norteamericana.
Uno de estos “ideólogos”, muy destacado, fue Walter Lippman, el famoso comentarista político cuyos pronunciamientos eran leídos atentamente, no sólo en su propio país, sino en el mundo entero. Era un hombre muy preparado, autor de numerosos libros. Muchos llegaron a considerarlo una especie de voz extraoficial del gobierno norteamericano.
En sus libros y artículos, Lippman previno con insistencia contra lo que denominaba la “herejía jacobina”. La “democracia” no debía dejarse arrollar por la masa, por esa “soberanía popular” que ha incurrido en el pasado en tantos “errores”. “El desgobierno del pueblo —llegó a decir en sus ‘Essays in Public Philosophy’— explica la declinación de Occidente”.
En realidad, él decía que la desorientada masa proletarizada pedía únicamente tradición, estabilidad y orden. ¿Cómo procurárselos? No había que suprimir, claro está, el sufragio universal, esa expresión de un pueblo emancipado, pero había que buscar el modo de que la representación fuera “virtual”, como lo había sido en la Inglaterra del siglo XVIII.
En 1954 el ya veterano Lippman estuvo de visita en Italia. Le asustó la fuerza que mostraban allí los comunistas. Pero le tranquilizó lo que le dijo un “eminente Italiano”. Fue esto: “Hemos decidido no entregar el Estado a los comunistas, no permitirles asumir el poder aunque las circunstancias les den la mayoría de los votos. Así, pues, evitaremos el peligro comunista, aunque cabe que el precio sea la pérdida de nuestra democracia y nuestras libertades”. Lippman comentó que, “en principio, ésta parece la decisión justa”.
Uruguay
La campaña anticomunista del embajador Ranvdall en 1950
La campaña electoral comunista de 1950 estuvo más que nada marcada por la violenta campaña en su contra encabezada por el embajador norteamericano Ranvdall. Durante la segunda mitad de 1950 el embajador realizó una gira por las ciudades del interior precediendo en pocos días a los actos públicos del Partido Comunista de Uruguay. En encuentros con los intendentes departamentales, con los notables y autoridades locales y en algunos casos participando en actos públicos, Ranvdall realizó una activa campaña de propaganda anticomunista. Aparentemente, Ranvdall fue capaz de desplegar una variada serie de argumentos e imágenes que encajaban, de alguna manera, con los prejuicios y temores existentes en algunos sectores de la población sel interior, no solo en temas político - ideológicos, sino también en los referente a cuestiones culturales, a las tradiciones, valores familiares y la religión. Sus visitas sembrando temores y aversiones hacia los comunistas, completaban lo que habían sido en los años anteriores las campañas de prensa y la propaganda anticomunista difundida por grupos de derecha y por la misma embajada. En un folleto anticomunista distribuido en Montevideo y destinada para amas de casas de familias obreras, el principal argumento era el peligro de las actividades comunistas para la estabilidad familiar.
Si bien el gobierno uruguayo había demostrado su independencia de criterio rechazando en su momento las sugerencias norteamericanas de prohibir o limitar por ley las actividades comunistas, en plena campaña electoral no tomó medidas para frenar o siquiera protestar contra la descarada intervención del embajador norteamericano en la política nacional. En el interior las autoridades oficiales (intendentes, jefes de policía, funcionarios públicos) colaboraban con Ranvdall.
En muchas de las localidades del interior se organizaron bandas de matones para agredir a los comunistas en sus actos públicos, con el beneplácito y la colaboración, o al menos la pasividad de la policía, las autoridades locales y los notables locales.
La gira de Ranvdall logró su principal propósito al darse una drástica baja de votos a los comunistas en el interior. De 7.441 votos en los departamentos del interior en 1946, el PCU bajó a 4.040 en 1950, o sea un 45% menos. Obviamente, el fracaso electoral en el interior no se debía tan solo a Ranvdall. Pero lo que consiguió el embajador norteamericano fue propiciar un clima en el cual la creciente legitimidad de los comunistas en ojos de una considerable porción de la opinión pública se transformó en una abierta intolerancia.
Puede decirse que la campaña electoral de 1950 determinó la expulsión o el acallamiento de los comunistas en la mayoría de las localidades del interior del país.
Preguntas: