domingo, 9 de agosto de 2020

CARTISMO. El primer movimiento obrero

 Tomado de "Historia del Movimiento Obrero"

En 1836 se produjo una nueva crisis que llevó al hambre y al paro masivo a las regiones industriales. Los sindicatos que pagaban a sus miembros subsidios de paro veían agotarse los fondos de que disponían. El descontento se generalizó y los obreros retomaron la lucha política considerando que la situación exigía un movimiento que luchara por todas sus reivindicaciones: sufragio universal, libertad de prensa, disminución de la jornada de trabajo, etc. Volvió a fortalecerse entonces la idea de que el triunfo político abriría el camino a otras reivindicaciones de carácter netamente socialista y de que la democracia política estaba estrechamente atada a la democracia social.

A principios de 1837 la “Asociación de Trabajadores” elaboró la “Carta del Pueblo”, documento que sintetizaba su programa político: sufragio universal, Parlamentos anuales, voto secreto, dietas a los miembros del parlamento, igualdad de las circunscripciones electorales.

La Asociación no basó su política en el principio de la “lucha de clases”. Aunque consideraba que la clase obrera tenía intereses propios y que por lo tanto debía ser representada por hombres salidos de sus propias filas, no llegó a postular el antagonismo con las otras clases y admitió la posibilidad de una alianza con los radicales burgueses.

 

La burguesía y las Leyes de Cereales

 

Esta Asociación de Trabajadores no fue la única en plantearse el problema de la reforma parlamentaria y de la extensión del sufragio. También los reformistas burgueses querían cambiar el marco electoral para tener mayor representación en el Parlamento y lograr derogar las “Leyes de Cereales” que imponían altos impuestos al cereal importado para proteger la producción interna de los terratenientes, muchos de ellos aristócratas.

El capitalismo industrial inglés debió afrontar serios problemas de crecimiento que se tradujeron en crisis periódicas y en una constante disminución de la tasa de ganancia. A pesar de que las ventas totales seguían ascendiendo, y por consiguiente ascendía también el total del ingreso, era menor la ganancia por unidad, por eso la burguesía industrial se propuso detener o al menos atenuar el retroceso de las mismas.

Para que aumentaran la vía más rápida era reducir los costos y, dentro de éstos, el que correspondía a los jornales parecía ser el más fácilmente reducible. Esto provocó el enfrentamiento de la burguesía industrial y la aristocracia terrateniente. Mientras el precio de los granos se mantuviera artificialmente alto, para beneficiar los intereses de los latifundistas, los salarios de los obreros no podían descender más allá de un cierto límite, sin riesgo de hacer peligrar su misma subsistencia. Para los industriales era imprescindible reducir el costo de vida y para lograr esto consideraban indispensable eliminar las Leyes de Granos (tarifas aduaneras que protegían la producción inglesa).

Para la burguesía industrial, partidaria del liberalismo económico, esa ley no solamente encarecía artificialmente el precio de los cereales, sino que impedía el aumento de las exportaciones inglesas. Era necesario que el mundo todavía no industrializado pudiera vender su producción agrícola a Inglaterra para que estuviera en condiciones de comprar las manufacturas inglesas. Para ello debía completarse la reforma de la Constitución, y dar un poder mayor en el parlamento a los burgueses.

 

Fuerza Moral y Fuerza Física

 

 Esto llevó a la “Unión Política” de Birmingham (dirigida por la burguesía reformista) a reanudar su actividad en 1837. A fines de 1837 la “Unión Política” decidió unir sus esfuerzos a los de la “Asociación de Trabajadores”. Se elaboró un programa político común y se organizó una petición de carácter nacional dirigida al Parlamento.

Sin embargo dentro de la Asociación de Trabajadores (Cartismo) no había unanimidad en como proceder con la burguesía reformista. El 14 de febrero de 1838 se reunió en Londres la primera convención cartista. En ella se enfrentaron los partidarios de la “fuerza moral”, es decir aquellos que consideraban que lo único que necesitaban los cartistas era convencer a las otras clases sociales de la justicia de sus peticiones, con los defensores de la “fuerza física”, que pensaban que el mejor camino era la confrontación de clases.

Estos últimos tenían sus bases en los obreros de los distritos industriales, de los hombres de “barbas hirsutas, manos callosas y chaquetas de fustán”. En las asambleas públicas de estos sectores de los obreros los oradores incitaban a armarse para defender sus derechos y dignidad. Su postura se basaba situación angustiante producto de las largas y duras jornadas de trabajo o las prolongadas semanas de desempleo forzoso,.

La convención estaba dominada por la “fuerza moral”, pero la presión de las asambleas locales[1] y el convencimiento de que con la amenaza de la revolución bastaba para forzar al Parlamento, hizo que la convención terminara por afirmar el derecho del pueblo a armarse y defendió la utilización de la violencia en el caso de que aquel se negara a apoyar la “Carta”.

 

Un millón de firmas

 

Mientras las autoridades enviaban batallones a reprimir en las ciudades donde se producían manifestaciones a favor de la “Carta”, y se reunía una policía constituida por miembros de las clases dirigentes, la convención se trasladó a Birmingham y decidió que en caso de no tener éxito se declararía la huelga y se recomendaba a los que tuvieran depósitos en los bancos a retirarlos. Esto llevó a que la “fuerza moral” abandonara la Convención por considerar dichas resoluciones excesivamente revolucionarias.

La petición ya reunía más de un millón de firmas, pero se decidió a esperar un mes más para alcanzar los tres millones. Las manifestaciones se sucedían, y en especial la de Birmingham, el 4 de julio, fue brutalmente disuelta, con varios muertos y heridos. Los convencionales publicaron un manifiesto rechazando esto y la respuesta del gobierno fue la detención de sus firmantes.

    El 12 de julio el Parlamento rechazó la petición por 235 votos contra 46, generando disturbios en varias ciudades, pero la Convención no logró articular una respuesta unificada. El 16 de julio resolvió comenzar la huelga a partir del 12 de agosto, pero en realidad solo una pequeña minoría acompañó la medida. Debilitado por las detenciones masivas de sus dirigentes, el cartismo pasó a la clandestinidad, diluyéndose su efectividad.

 

Los seis puntos de la Carta del Pueblo (1838)

 

  1. Voto para cada hombre mayor de 21 años, cuerdo y sin antecedentes penales.
  2. Papeleta electoral para proteger el elector en el ejercicio de su voto.
  3. Que no existan calificaciones por propiedad para miembros del Parlamento; de este modo se permite que los distritos electorales ejerzan democráticamente su derecho de elegir un hombre que los represente, ya sea pobre o rico.
  4. Pago a los miembros: de esta manera se permite a los honestos comerciantes, trabajadores o cualquier otra persona servir a su distrito electoral en forma intensiva, desentendiéndose de sus problemas personales.
  5. Nivelación de los distritos electorales para asegurar una representación igualitaria con el mismo número de electores, en lugar de permitir que distritos electorales pequeños tengan una representación mayor que otras regiones más extensas.
  6. Parlamentos anuales: de esta manera se logra un control más efectivo sobre los representantes, que al ser renovados anualmente se cuidarán mucho más que ahora de no defraudar al pueblo que los ha elegido, y si es posible sobornar o comprar un cargo en un período parlamentario de seis años, es de imaginar que bajo el imperio del sufragio universal y siendo el período de un año no hay riqueza que alcance para poner en práctica lo que ahora se hace impunemente.

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Preguntas:

1. ¿Qué buscaban los obreros al retomar la lucha?

2. ¿Qué razones llevan a la Unión Política de Birmingham y a la Asociación de Trabajadores a aliarse?

3. ¿Por qué se enfrentan la “fuerza moral” y la “fuerza física”?

4. Analiza la Carta del Pueblo. Explica los fundamentos de cada punto CON SUS PROPIAS PALABRAS.

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[1] Un delegado de la Convención, enviado para consultar a los trabajadores, consigna en un informe: “En Leek he encontrado a los obreros rehuidos al estado más mísero que pueda soportar la naturaleza humana. Muchos de ellos declaraban que con quince horas de trabajo diarias lo máximo que podían ganar era de siete a ocho chelines por semana. Yo les hablaba de la consigna “Paz, Legalidad, Orden”, pero temo que todo esto no sirve para nada, pues el lenguaje que se utiliza aquí es: mejor morir por la espada que perecer de hambre”.

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