Agricultura de regadío y transformación urbana
CONCEPTO
A comienzos del tercer milenio a.C, aproximadamente, se produjo en los
grandes valles de los ríos subtropicales, Nilo, Tigris y Eufrates e Indo, la
transformación de las pequeñas aldeas autosuficientes del neolítico en ciudades
populosas con numerosa población diferenciada desde el punto de vista de las
ocupaciones, con una organización propia de un estado y en posesión del
conocimiento de la escritura. En esta transformación encuentran los
historiadores los comienzos de la civilización.
La aparición de la vida urbana representa
el pasaje a un modo de vida completamente diferente, caracterizado por una
nueva forma de cooperación social que dio lugar a una difusión de conocimientos
y a un proceso continuo de creación de riqueza.
En la ciudad serán posibles la
movilización de la mano de obra en gran escala, el control de los transportes
de largos recorridos, la intensificación de las comunicaciones, el
desarrollo del espíritu inventivo y un aumento de la producción agrícola.
Precisamente, el desarrollo de una población no agrícola aumentó la demanda de
alimentos y contribuyó así a multiplicar las aldeas y a que se ganaran nuevas
tierras para los cultivos. Por otra parte, la vida urbana no excluyó la
práctica de la agricultura: en Sumer por ejemplo, siguió siendo practicada
dentro de las murallas de la ciudad.
CAUSAS
La base de esta transformación estuvo en
la capacidad de producir riquezas, o sea, en la posibilidad de aumentar el excedente económico. Este
puede ser definido como la riqueza que un pueblo posee por encima de la
cantidad necesaria para la subsistencia de sus miembros. La existencia del
excedente se pone de manifiesto cuando una parte del pueblo puede consagrarse a
actividades distintas a la obtención de la propia subsistencia. Ese aumento que
fue el resultado de una combinación de factores culturales y ambientales,
produjo a su vez incrementos cada vez mayores, estimulando a los habitantes de
los valles a trabajar y trazar planes para producir más. Los motores de ese
movimiento de aceleración que condujo a la formación de las ciudades fueron una
serie de innovaciones técnicas acumuladas que ampliaron progresivamente la
eficacia productiva del trabajo humano y modificaron las relaciones de
producción entre los hombres y las formas de distribución de los productos del
trabajo.
• La agricultura de riego. La obtención del excedente económico se hizo posible cuando los
adelantos del neolítico, agricultura y domesticación de animales, se
introdujeron en las grandes llanuras de los ríos subtropicales. Las dos
regiones donde se daban mejor las condiciones para el surgimiento de la
civilización fueron Egipto
y Mesopotamia. Los dos eran valles de vasta extensión
con tierra aluvial, que es un suelo de prodigiosa riqueza; en ambos un gran río
corre por el centro del valle llevando el agua que es esencial, inundándolo y
dejando un sedimento que enriquece el suelo y con un caudal al que se puede
recurrir por medio de canales para asegurar la fertilidad durante todo el año.
Ambos son territorios desprovistos de las materias primas fundamentales:
piedra, metal y madera.
Cuando aumentó la población fue necesario abrir canales que
permitieran llevar agua a las tierras más lejanas al río, donde no llegaba la
inundación.
Todo
esto suponía una gran cantidad de trabajo manual y una organización compleja ya
que requería el esfuerzo de gran número de hombres y exigía la centralización
de la dirección en mucha mayor extensión que la de una aldea; se necesitaba una
autoridad que impusiera y dirigiera el trabajo. La transformación de la aldea
en ciudad no implicó así solamente un cambio de tamaño sino también un nuevo tipo de organización.
La ejecución de estas empresas colectivas
(construcción y reparación de los canales) exigió cierto capital en forma de
excedentes acumulados, ya que los hombres empleados en la construcción de
canales y diques tenían que alimentarse y mientras realizaban esos trabajos no
podían producir directamente los alimentos que necesitaban consumir; por eso la
acumulación previa de excedentes fue un requisito importante para la aparición
de la ciudad.
Fluctuaciones del Río Nilo a lo largo del año. Al retirarse el agua deja el limo (barro con nutrientes) que permite el cultivo todos los años con un gran rendimiento |
La presencia de una extensión considerable de suelo rico que pudiera
ser trabajado fácilmente fue así el requisito previo para la civilización ya
que el hombre pudo verse libre de la necesidad de dedicar todas sus energías y
su pensamiento al problema de la supervivencia y capacitarse para procurarse de
los demás, por medio del trueque, los objetos que no fabricaba. Además sólo en
regiones con suelo y clima favorables y con extensión suficiente se puede
mantener una población lo bastante numerosa para que estimule la
especialización en las ocupaciones y el desarrollo social.
• El progreso técnico. El aumento del excedente económico se
hizo posible también por una serie de rápidos progresos técnicos que se
produjeron en el período comprendido entre los milenios V y III a.C. El hombre
aprendió los procesos necesarios para trabajar los minerales de cobre y las
propiedades de los metales, inventó el arado, aprovechó la fuerza del animal y
del viento y empezó a elaborar un calendario.
• La metalurgia. Es probablemente el más importante de estos descubrimientos. El
conocimiento de los metales y de los métodos para trabajarlos fue consecuencia
de las industrias de la alfarería y el tallado de la piedra. Con el uso de la
piedra el hombre se familiarizó con varios materiales y al fabricar utensilios
de cerámica aprendió los efectos que producía la aplicación del calor. Al
comienzo, el cobre, primer metal que se empleó, era trabajado martillándolo en
frío, pero más adelante se aprendió el procedimiento del fundido y el colado.
En el tercer milenio a.C. se usaba ya el método de la cera perdida y se aprendió a fabricar el bronce
(aleación de once partes de cobre por una de estaño). La metalurgia asociaba
así cuatro conocimientos nuevos: la maleabilidad del cobre, la posibilidad de
fundirlo fácilmente, el medio de extraer el metal de los minerales y las
aleaciones. Por eso es muy dudoso que se haya practicado alguna vez como
industria doméstica en los intervalos dejados por el trabajo agrícola. El hecho
de que entre los pueblos primitivos del SXX los forjadores sean especialistas
contribuiría a demostrar que el trabajo de los metales ha sido siempre una
labor que ocupó todo el tiempo de quien la realizaba.
• Nuevas técnicas agrícolas. La producción de riquezas se hizo posible también por otras mejoras en
el campo de la agricultura, como el aprovechamiento de la fuerza animal que permitió aliviar al hombre de una de
las formas más brutales del trabajo
físico. Los agricultores encontraron en el ganado que ya habían domesticado la
fuerza motriz necesaria. Probablemente, el toro haya sido el primer animal que
se puso a tirar de un carro o un arado. Precisamente,
éste fue otra de las invenciones fundamentales. Con dos bueyes y un arado, un
hombre podía cultivar en un día una superficie mucho mayor que la que podía
cultivar una mujer con la azada. Así la parcela dio lugar al campo, lo que se
tradujo en mayores cultivos, más alimentos y permitió el crecimiento de la
población. El hombre sustituyó a la mujer en la función principal de la
agricultura y ésta fue así liberada de un trabajo muy pesado, pero perdió el
monopolio de la producción de los cereales y por consiguiente el lugar que
ocupaba en la sociedad.
• Los
transportes.
El desarrollo de la metalurgia y el comercio consiguiente requirieron mejores
transportes. Estos fueron mejorados con la invención de la rueda.
La rueda no sólo revolucionó los transportes sino que también fue
aplicada a la industria hacia el año 3500 a.C. con la invención del torno del alfarero. Esto significó otro paso en la especialización del trabajo ya que los
alfareros son ahora especialistas que cambian sus productos por el excedente
económico producido por los demás.
La introducción de carros con ruedas tirados por bueyes u otros
animales, aceleró las comunicaciones y simplificó el comercio, aunque el
transporte de mercaderías continuó haciéndose también a lomo de burro.
Paralelamente
se desarrolló la navegación
a vela dado
que el hombre aprendió a utilizar la fuerza del viento. La vía fluvial fue el
primer medio eficaz de transporte en masa. Precisamente, las ciudades surgieron
en los valles fluviales en el mismo momento en que se iniciaba la navegación.
El
desarrollo de estos medios de transporte dio a la ciudad el mando sobre hombres
y regiones lejanas y permitió intercambiar los excedentes y tener acceso a las
especialidades distantes. Apareció así una institución urbana: el mercado.
El comercio internacional acicateado por
las necesidades de metales y madera de Egipto y
Mesopotamia,
floreció y puso en contacto a países que hasta entonces no se habían conocido.